VIAJES 2009: 3ª parada, Vaticano

Dentro del viaje que Mark y yo hicimos a Roma el pasado mes de Julio dedicamos un día a recorrer el minúsculo estado del Vaticano. Donde vimos primero los Museos Vaticanos, y después la Basílica de San Pedro. Los primeros son incluso más espectaculares de lo que esperaba: los mosaicos en el suelo; las estatuas de emperadores, filósofos y damas de la época; la sala egipcia, con auténticos sarcófagos y momias; escultuas míticas como el "Laocoonte y sus hijos" de Agesandro, Atenodoro y Polidoro, realizada en Rodas en el año 50 dC; todos los impresionantes frescos de todos y cada uno de los techos que recorren los interminables pasillos; la sala de los mapas; las pinturas de Rafael como la mítica "La escuela de Atenas", entre otras; y cómo no, la impresionante Capilla Sixtina, su asombrosa bóveda que parece que está en relieve, y el mural del Juicio Final, realizados por Miguel Ángel de las que afortunadamente y por los pelos pude tomar fotografías. Es cierto que tras haber pasado una mañana entera en los Museos Vaticanos, termina uno un tanto saturado de tanta obra maestra pictórica, sobre todo en los techos, pero realmente es un espectáculo que merece la pena ver.

Cuando fuimos a San Pedro afortunadamente no había la aglomeración de gente de costumbre, por lo que pudimos entrar bastante rápido. Subimos los tropecientos escalones hasta la cúpula, primero las vistas por dentro, que son espectaculares. Es impresionante que se hiciera algo así hace tantos siglos y después las vistas exteriores de todo Roma, dignas de ver. La verdad, es que a pesar de la subida (sobre todo al final, angosta, estrecha y torcida), merece la pena. Después lo que es San Pedro por dentro, con todas esas pinturas, esculturas, como "La Piedad" de Miguel Ángel (entre otras muchas), y el Baldaquino, le deja a uno con la boca abierta. Una visita ineludible si vas a Roma.

Eclipsado por San Pedro, y a sólo unos pasos del Vaticano, se encuentra junto al río Tíber el Castillo de Sant'Angelo construido en 135 por el emperador Adriano con el fin de que fuera su mauselo personal.