Una de las grandes estrellas del Hollywood dorado que aún seguía con vida se nos ha ido hace un par de días. Jennifer Jones falleció a los 90 años por causas naturales el pasado 17 de Diciembre en su hogar de Malibú (California, USA).
Fue una de las actrices más importantes de su época, logrando obtener cinco nominaciones a los Oscar, y ganándolo justo el día de su cumpleaños en 1943 gracias a su papel de una joven mística en La canción de Bernadette (Henry King, 1943). A pesar de ello, en toda su carrera sólo participo en 27 producciones entre 1939 y 1974, año en el que nos dio su último trabajo para el cine en la cinta de catástrofes El coloso en llamas (John Guillermin/Irwin Allen, 1974). Después de esa fecha se alejó por completo de las cámaras.
Intérprete sensual, de gran presencia en pantalla y con unas indudables dotes para el melodrama más desgarrado, la actriz participó en películas de la talla de Duelo al Sol (King Vidor, 1946) uno de los pocos westerns que me gustan y posiblemente su interpretación más recordada: la fogosa Pearl Chavez dejándose engañar por el villano al que daba vida un enorme Gregory Pek); Jennie (William Dieterle, 1948) (la obra maestra de su director, una de las puntas de lanza del cine poético clásico); o en el clásico Madame Bovary (Vincente Minnelli, 1950) basado en el libro de Gustave Flaubert.
Estuvo casada con el magnate y productor cinematográfico David O. Selznick, máximo mandatario de la RKO y de la Metro-Goldwyn-Mayer, quien se encargaría de seleccionar, con un afilado instinto para el éxito, los papeles que debía interpretar la actriz hasta la muerte del mismo en 1965 por un fallo cardíaco.
Para recordarla te dejo con una de las secuencias más memorables, dolorosas y míticas de la historia del cine, perteneciente a Duelo al Sol, precisamente la escena final de la película en la que actúa junto a Gregory Peck.
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